Me he encontrado con este post en borradores y debía subirlo aprovechando que es jueves y que throwback thursday o jueves de «el baúl de los recuerdos»
Disfruten. Y tengan en cuenta que es de hace seis años. Me lo he pasado muy bien en mi vida, la verdad.
Barbijaputa y yo nos conocimos en Septiembre de 2009. El papagate no comienza hasta el día siguiente de nuestro flechazo, cuando yo me fui a Roma.
En mi trabajo tenemos la sana costumbre de traer postales de las ciudades que visitamos para el resto de los compañeros. A raíz de esta entrañable costumbre nació un subgrupo (éramos un grupo de 20) obsesionado en coger siempre la postal más fea.
Cuando visitamos el Vaticano no pude resistirme a comprar especialmente unas postales para el subgrupo, ya que era fácil encontrar motivos poco agraciados.
De las cuatro postales del personaje que compré sobraron dos, que tuve guardadas celosamente hasta hace dos meses.
Y hace dos meses… llego toda orgullosa a mi casa, el hogar que comparto con Barbijaputa en un bonito barrio con seguridad privada. Llegaba orgullosa porque estaba preparando una caja con regalos para enviar a Canadá y me había encontrado con las postales. Y como soy una cachonda pensé:
– Ja! Una postal se la envío a Canadá y otra la pongo en la nevera.
¿ Por qué en la nevera? Para hacer un vade retro cada vez que le veamos, está claro.
Total que yo, gozosa le comunico la idea a mi mujer que…
– Me tienen que matar para que permita que este hombre vaya a verme a mí en bolas, ahí colgado del frigo con cara de tocar niños. De eso nada, ahí colgamos cosas agradables.
Total, que dejo la postal guardada entre unos cuantos papeles, en la silla al lado de la cama. Y al día siguiente venía nuestra «asesora de higiene», esa entrañable mujer que nos soluciona la vida limpiando un par de horas por semana.
Y al llegar a casa… me encuentro con que ha colocado la postal en la puerta del armario, para que yo lo tenga bien presente. Flipo en colores y la vuelvo a poner entre los papeles.
Y la semana siguiente… me la había colocado en la mesilla, inclinada sobre la lámpara. Y ahí ya tuve que llamar a mi esposa para que se descojonara.
Hasta aquí la historia de por qué tengo una foto del papa en mi mesilla. Me he rendido, el servicio está más contento sabiendo que trabaja en una casa de bien, cómo se nota que no abre el armarito de la mesilla y se encuentra el vibrador, las esposas y el antifaz…
Tienes unos métodos anticonceptivos peculiares.
Pues yo soy mas de pensar que si que sabía lo que tu mesita guardaba y trataba de «convertirte».