Me lo estoy pasando trepidante (por detrás y por delante) estas últimas semanas.
Esperad, que luego dicen que no me explico bien.
La primera frase era sarcástica.
La gente que desgestiona (o congestiona) mi santa empresa no tiene muy claro si van o vienen, suben o bajan, salen o entran. Así que casi cada día se producían estas conversaciones:
Jefe- Heike, te vas a Singapur y a Baltimore
Jefe- Heike, te vas a Baltimore, a Singapur no.
En este momento yo decido ya reservar mi vuelo a Chicago para quedar con Canadá, cansada como estaba ya de que no me mandaran su última confirmación
Y llega la semana pasada y de repente:
Jefe – Heike te vas a Singapur, a Baltimore no.
Ahí entré en cólera, si oísteis a perros gemir el día 16 sobre las diez de la mañana es porque entré en modo ira tremebunda y emitía ultrasonidos.
Yo ya había comprado mi vuelo a Chicago, me había coordinado con Canadá, pero es que ni quería pensar en eso. Estaba sólo pensando en la parte profesional de no ir al curso de formación de Baltimore y me hervía la sangre.
Monté el pedazo de pollo y dos horas más tarde…
Jefe – Que te vas a Baltimore, todo como estaba planeado.
Este lunes:
Jefe – Que te vas a Baltimore pero a Singapur no
No me quedó más remedio que hablar un poco en arameo, decidles que a ver si me estaban vacilando, etc etc.
Conclusión:
Mañana me voy a Baltimore. Me quedo en un barco en el puerto. Voy a un curso de reparaciones marinas avanzadas.
El viernes me voy a Chicago. He quedado con Canadá.
El miércoles 6 vuelvo a Madrid.
“De momento” no voy a Singapur, va mi jefe. Pero ya nos conocemos todos, y pueden cambiar muchas veces de opinión…
Y sí, me gustaría saber ya lo de Singapur porque tendría que ir el día 9. Soy así de exigente. Qué le vamos a hacer.