Después del viaje de Nxo y una conversación sobre Praga con él (qué intelectualilla repelente y pedante qué estoy quedando…) me puse a recordar el viaje de hace ya 3 años con mi familia a Praga.
La ciudad me impresionó, pero tengo un sentimiento de tristeza por cosas ajenas a Praga que acompaña ese recuerdo. El viaje fue bastante desastroso, así que tengo ganas de volver por allí y disfrutar de la ciudad.
Pero hubo algo que recuerdo con alegría y emoción y es que fuimos a ver uno de los muchos conciertos de música clásica que hay a diario allí. Mi padre es un enamorado de Smetana, sobre todo de la obra «Mi patria». Recuerdo haber oído la pieza del Moldava cienes y cienes de veces. Todos los viernes, qué obsesión, primero Smetana y después el Requiem de Mozart. Y al repetirse tanto (mi padre) en sus comentarios sobre la música del Moldava («¿no oyes el río bajando?») ahora cuando lo escucho me acuerdo siempre de él.
El concierto constaba de dos partes, la primera era esa obra de Smetana y después Dvorak y la «Sinfonía del Nuevo Mundo». Fuimos a ese concierto y no a otro de los muchos que había porque él quería que fuera de dos compositores checos.
Me encantó.
Y aquí os lo dejo.
P.D: Nxo, si me demuestras que esto ha salido en los 40 te invito a cenar 😛
Mogollón a saco v3.0 